Tiene ojos, patas, y plumas de color pardo
terroso como su nido. Mejor dicho, su plumaje predominante es pardo, es más
rojizo en el dorso y blanco en la garganta. Sin embargo la parda y movediza
figurita del hornero es bien conocida por los habitantes de América del Sur de
donde es oriunda la especie.
En la Pampa Argentina se lo cree de buen
augurio y en el Paraguay se le agradece en cierto modo el invento del rancho, ya
que la leyenda sobre el origen del nombre Alonso García –como se denomina al
hornero- afirma que así se llamaba quién imitando sus nidos, construyó el
primer rancho de barro.
Quizás ese nido familiar, y el sentido
ejemplar que se le ha dado, expliquen que se eligiera al hornero como “ave de
la patria”.
En
busca de alimento
Con movimientos nerviosos y ligeros, el
hornero despliega su andar elegante, levanta una pata para dar un paso, mueve la
cabeza hacia delante, a menudo da enseguida una carrerita y picotea la tierra.
Una larva, una hormiga, una arañita, serán sus hallazgos, y su alimento.
El hornero se alimenta fundamentalmente de
insectos: es un pájaro de régimen insectívoro.
Muchas veces hemos visto al hornero recorrer
atento y con paso elástico la tierra mojada por la lluvia. De pronto se queda
expectante, con la cabeza ladeada y mirando un punto fijo. Es que unas pequeñas
burbujas en el terreno, le anuncian la codiciada lombriz que espera sus crías.
El hornero no huye ante la presencia del
hombre. Le es útil permanecer en su entorno pues la tierra removida por el
agricultor le facilita la captura de larvas. Este hecho, a su vez, ayuda al
hombre de campo que se ve liberado de organismos que constituyen plagas de los
sembrados.
Hábitat
El hábitat del hornero incluye
fundamentalmente las sabanas, parques, pastizales y claros de los montes.
El agua es indispensable al hornero y ella
determina su hábitat. En tierras húmedas podrá introducir su largo pico al
acecho de insectos; con tierra húmeda podrá construir su nido.
El hornero es un ave sedentaria; no migra.
Es mansa, se arrima al hombre, se pasea por sus jardines y sus parques y ,como
si aprobar ciertas modernidades, se instala en postes de teléfono, o vecinos a
embalses y represas
Molinos, tanques de agua y pozos de las
viviendas favorecen su instalación.
Elegido su ámbito, el hornero se esmera en
defenderlo. Como el chajá, como la lechuza y como el tero, conocidos vigilantes
de la llanura pampeana, el hornero emite sus gritos de alarma ante cualquier
movimiento o ruido que pueda indicar la presencia del zorrino, la comadreja o
cualquier otro depredador.
Esta actividad de centinela, así como la de
nidificación, búsqueda de alimento, entrenamiento de las crías, se llevan a
cabo durante el día, pues durante la noche se refugia en los árboles para el
descanso.
Canto
a dúo
Aunque no especialmente melodioso, el
hornero es un cantor notable. El canto acompaña al cortejo y a la relación de
pareja y se emplea para delimitar territorio.
Macho y hembra casi no se pueden diferenciar
visualmente, pues ambos tienen un aspecto muy similar.
En la primavera realiza el galanteo que
tiene un comportamiento específico en el cual se destaca el canto a dúo. La
pareja se enfrenta batiendo las alas, con la cabeza erguida y sacando pecho;
cuando comienza el canto, las alas quedan colgando, el cuello queda extendido y
con la cola abierta. Enfrentados entonces, comienza el canto a dúo.
El canto a dúo no es exclusivo del
galanteo, pues cantan así también para reconocerse cuando están cerca del
nido, para mantener el vínculo o para avisar el regreso durante la incubación
al compañero que a quedado dentro de aquel.
Los horneros viven en parejas –algunos
afirman incluso que las uniones duran de por vida–compartiendo las actividades
inherentes a la construcción del nido, la incubación de los huevos, la obtención
de alimentos y el cuidado de los pichones.
Otro tipo de canto perfectamente
individualizado es el canto alternado de los machos cuando les disputan su
territorio. Su canto es entonces un contrapaso.
El
nido
El nido ha definido al hornero; su
nombre mismo se refiere a él. Y no sólo el que recibe en la Argentina, sino
también otros con que se lo denomina en distintas regiones de América:
Caserito, Casero, Albañil, João–de–barro.
En épocas de nidificación, las glándulas
salivales del hornero se hipertrofian y garantizan una mayor secreción que
ayuda a humedecer el material.
Muchos lugares encuentra apropiado el
hornero para levantar su nido. Pueden construirlo en sitios inesperados para
nosotros, como por ejemplo en vasijas abandonados o alambres de púas, y a veces
en otros francamente insólitos.
El tipo de terreno y la abundancia de
lluvias deciden la construcción del nido en cuanto de ellos dependen la obtención
de los materiales y la duración de la tarea. Casi siempre el casal tarda entre
6 y 8 días para levantar el nido, pero si hay sequía la labor requiere cuatro
días más y varios otros en el caso contrario, cuando la humedad es excesiva
(en terrenos pantanosos demora 15 días).
Llegado el momento propicio y elegido el
lugar, el casal pone manos a la obra o mejor dicho el pico, porque con éste
amasa el barro que constituye la materia prima por excelencia, a la cual agregan
ramitas, raicillas, semillas pequeñas, crines de caballo, pajitas, y restos de
hojas.
El nido tiene dos partes: (“tiene una sala
y tiene alcoba”como dice el poema de Leopoldo Lugones) una cámara anterior,
separado por un tabique de la posterior o cámara de incubación o de cría.
Se construye en tres etapas. En la primera
se realiza la base. Cuando el espacio elegido para el nido es plano, hacen un círculo
con el barro; si es una rama van poniendo barro a los costados hasta formar un
disco cóncavo. En la segunda etapa se levanta la pared colocando el barro desde
el centro del basamento y en el círculo, de manera que el diámetro se va
estrechando a medida que la pared asciende hasta cerrar la bóveda y deja una
abertura que funciona como entrada. En la tercera etapa, en la cual el hornero
trabaja desde dentro del nido y mirando hacia fuera.
Faltan ya unos pocos detalles: alisar las
paredes internas a picotazos o frotando con el pecho y recubrir el piso de la cámara
de incubación con pajitas y plumas para asegurarse que sea mullida y cálida.
El nido está listo. Es firme, sólido y con
una distribución realmente adecuada.
A partir de entonces se lo cuida con esmero,
reparándolo cada vez que sea necesario.
Los nidos de hornero abandonados son a
menudo aprovechados por otras especies, en este caso por un jilguero.
La
reproducción
En octubre, por lo general, la hembra
deposita en el nido cuatro huevos muy simples, sin dibujos ni brillo, blancos y
ovoidales. Los horneros hacen dos posturas por año.
Ambos, macho y hembra, se ocupan de incubar
los huevos. Mientras uno de ellos incuba, el otro parte en procura de alimentos,
anunciando su regreso a su compañero por medio del canto.
Quince días lleva la incubación, nacen
entonces los pichones, indefensos, sin plumas, y con los ojos cerrados, de los
padres dependen totalmente la preservación de su vida.
Cuando
nacen las crías
Nacieron las crías indefensas y el ajetreo
continúa tanto o más que antes. Aumentó la demanda de alimento y la pareja
nuevamente comparte la búsqueda de larvas y gusanos para lo pichones, a quienes
dan de comer directamente en el pico.
Durante esta primera etapa, los pequeñuelos
no abandonan la cámara de incubación. Las crías se convierten entonces en un
pajarito barullero, cuyos gritos inexpertos intentan imitar la de sus
progenitores, que ya limitan a dejarles el alimento en la entrada del nido.
Tanto los pichones como sus padres abandonarán
el nido definitivamente. Por lo general, el casal adulto empezarán a edificar
un nido nuevo para la cría futura, siempre cerca de la anterior, y las crías
formarán pronto su propia pareja y construirán sus propios nidos, vecinos de
sus padres.
El hornero se vale de un canto especial para
advertir al invasor y presenta pelea si éste ignora su derecho. Los combates
son frecuentes y a menudo con la participación de hasta cuatro contendientes.
Éste, por ejemplo, persigue con gritos y
picotazos al intruso hasta alcanzar el límite de su territorio, donde a su vez
lo atacan otros horneros que lo sienten como un invasor.
Sonidos del Hornerito
http://www.oni.escuelas.edu.ar/2003/LA_PAMPA/362/Hornero%20archivos/HORNERO.mp3
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